Al principio dudamos. El día no acompañaba mucho. Pero la decisión estaba tomada. Recordamos lo de "se sale aunque haga bueno". El viaje con lluvia y niebla, pero el deseo de salir a por la Reconquista hizo que ni la lluvia, el viento y el frío lo impidieran.
Comimos tempranamente en un Figon muy agradable y acogedor. El cordero no nos falló. La sobremesa nos acompañó con unos chupitos cortesía de la casa. Tras el café nos dirigimos camino de las impresionantes Hoces del Duratón. No hacía mucho que las habíamos visto pero nos volvieron a impresionar. Recorrimos una parte de la cornisa en la que se se eregía solitaria la Puerta de la Fuerza, una de la puertas de la antigua muralla de Sepúlveda de origen medieval que reina en los cortados de las Hoces.
Seguimos avanzando atentos no solo al majestuoso vuelo de algunas águilas sino al maravilloso espectaculo que la naturaleza nos estaba ofreciendo. La fuerza del viento nos impidió continuar y tuvimos que dar la vuelta. El regreso lo hicimos por la misma cornisa (protegida casi todo el camino por una valla de maderas) pero esta vez la mirada se centraba más en las montañas que se divisaban al fondo, La Pinilla.